Llévatela a Nave Jungla

La primera edición de Llévatela, amigo, por el bien de los tres fue presentada el viernes 7 de abril de 1989 a las 23 en la discoteca Nave Jungla. La hora, el lugar eran atípicos para la presentación de un libro y los presentadores también.  Sergio Aisenstein, fundador del Café Einstein entre 1982-84, había inaugurado hacía pocos meses la nueva disco en una casa refaccionada de Nicaragua 4346, a veinte metros de Scalabrini Ortiz: paredes y luces rojas, insectos de metal…

un enano a la entrada, otro físicoculturista y de pelo rubio larguísimo haciendo un strip-tease en la pista de baile, un amaestrador de serpientes exhibiendo su boa, alguien echando fuego con kerosén por la boca, una larga barra de metal oscuro con aletas de tiburón, música hasta las ocho de la mañana -de los Doors a los Psychedelic Furs, The Cult, Iggy Pop y los Stones- con actos en vivo de algún cantante de ópera o de flamenco, visitas de celebridades under como Batato Barea, Alejandro Urdapilleta, las Gambas al Ajillo o la Organización Negra: una estética de psicodelia heavy metal en cruza con punks aggiornados a la noche porteña de peinados nuevos, minis infartantes, borceguíes cambiados por zapatillas de baile in situ. Eso en mi recuerdo fue–con viento a favor- Nave Jungla.  Y con viento en contra, mi memoria imprecisa evoca cierta proyección de diapositivas con imágenes de cuerpos en bondage y corridas de toros como inicio de la presentación, a cargo de un actor llamado Sabuki, junto a tres actrices que interpretaron algunos diálogos y escenas de Llévatela… Luego Aisenstein metió música a todo volumen y la firma y venta de ejemplares se hizo en medio del baile, al que fueron llegando los habitués a partir de la medianoche, esa noche tan alejada del centro del campo literario local como la misma novela.