Pantera en San Francisco

A mediados de los 70, San Francisco era un faro continental para todas las promesas de libertad, tolerancia y convivialidad entre diversas orientaciones y estilos de vida. Llegar a esa ciudad por tierra, vendiendo artesanías en el camino a través de un subcontinente latinoamericano hundido en dictaduras, prejuicios y terrorismo policial incluso en democracias, fue más que recibir una bocanada de oxígeno, fue como arribar al paraíso (un paraíso ilusorio se vería luego, porque el capitalismo avanzado ya tenía preparados sutiles aparatos de captura). Néstor Perlongher sabía que aquel era mi norte, y en el último encuentro que tuvimos en el bar Vesubio de Buenos Aires a fines del 73 me propuso que, si llegaba, fungiera de corresponsal del FLH (para publicar en el boletín Somos, que sin embargo pronto desaparecería en medio de la represión y la crisis económica). Ante el lamentable estado en el que se hundía Argentina, con el crecimiento de la ultraderecha y el accionar impune de la Triple A, me pareció que debía mostrar la postal escrita de una ciudad en la que podían expresarse las disidencias sexuales sin represión institucional, en público y completamente fuera del armario. Entre las crónicas escritas en aquellos años -un reportaje a la organización de putas Coyote y otra sobre la oferta porno, ambas publicadas en la revista Algún Día-, «La batalla homosexual en San Francisco» quedó inédita, olvidada incluso por el autor, hasta ser rescatada de enmohecidos archivos por Juan Pablo Queiroz y difundida por el blog Moléculas Malucas.

El texto hoy puede parecer demodé, con su léxico antiguo y pretensiones didácticas; por ejemplo, explicar “paqui” o avisar que “gay” era sinónimo de homosexual (ya que ese término inglés aún no se había popularizado en el Sur lejano), además de observaciones apresuradas sobre la existencia o inexistencia del chongo que podrían dar lugar a discusiones teológicas sin sentido. Sepan disculpar: el autor tenía 25 años y transitaba de una vivienda a otra en su nomadismo californiano, trabajando transitoriamente como artesano, canillita y repartidor de diarios gratuitos o en lo que podía para ganarse la vida. No contaba con máquina de escribir portátil y el artículo debe haber sido tipeado de apuro en una máquina prestada dentro de una mansión de ricos cercanos a Palo Alto donde este cronista ad honorem se ocupaba de lavar los vidrios de las ventanas (tenían muchas ventanas). Continuar leyendo «Pantera en San Francisco»

Postales salvajes

baigorria postales de la contracultura

«En la primera postal se ve un curtido mapa de Norteamérica. Una línea tatuada con fibra gruesa se mueve a los tumbos desde el extremo sur del continente. Cruza la frontera del Río Bravo y atraviesa San Bernardino, Los Ángeles, San Francisco y se pierde en el infinito canadiense y más allá. El viajero ducho sabe que la cartografía oficial es solo una guía. Nunca es el territorio». Así comienza la reseña de Postales de la contracultura por Nicolás G. Recoaro:
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Back to Argenta

Una breve visita al lugar en el que me asenté años ha por algún tiempo: Argenta, que en los ’80 tenía entre 150-180 residentes y que hoy tendrá 100 aprox. junto al lago Kootenay, entre las montañas del mismo nombre tribal (pronúnciese «kúteni»), paralelo 50 Norte y 900 km al Este de Vancouver. Casas dispersas en el Bosque. Ocultas, emboscadas en su mayoría aunque hay algunas a la vista cerca del camino principal.

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Un recorrido amoroso

magdalena jitrik
Tom Máscolo me entrevista y escribe un recorrido personal de lecturas que van desde los años 70 hasta el 2018 en etapas marcadas por libros: El amor libre, En Pampa y la vía, Un barroco de trinchera, Sobre Sánchez, Cerdos & Porteños, Postales de la contracultura, Llévatela…, etc.  para el suplemento Ideas de La Izquierda Diario. Es una nota digna e impecable en su género -un género que puede admitir equívocos e imprecisiones- aunque de las respuestas por mail quedó una afuera -supongo que por razones de espacio- y me pareció relevante reproducirla en este sitio. A la pregunta «¿cómo ves a la juventud de Argentina hoy?», mi respuesta fue: Continuar leyendo «Un recorrido amoroso»

Feminismos y contracultura

Si la palabra «contracultura» ahora tiene o vuelve a tener sus 15 minutos de fama quizá se deba a notas como la que me hizo Javier Mattio en el diario La Voz a propósito de mis libros Indiada y Postales de la contracultura. Pero la pregunta sobre qué quedó o qué sería hoy contracultura regresa para poner en entredicho los lugares comunes: «el» feminismo podría ser hoy «la» contracultura… en algunas de sus formas. Sobre esta cuestión, acá van las respuestas completas a ciertas preguntas de Mattio por e-mail y que en parte quedaron fuera de la nota, supongo, por razones de espacio… o porque son finalmente pavadas, obviedades, frases repetidas. No sé, aquí van:  Continuar leyendo «Feminismos y contracultura»

Un más allá rural

Leopoldo Estol escribe en El Flasherito sobre Postales de la contracultura y su relación con el Festival Rural de Poesía de Lobos de diciembre de 2018. En «Comunidades al borde del camino», artículo acompañado por simpáticos dibujos inspirados en mis fotos publicadas en el libro, dice que en este «la pregunta por el quién soy se diluye en una época vertiginosa en lo local (la violencia de los setenta es el umbral de su partida) pero también auspicia un ascenso -en términos geográficos- hacia lo comunal. Hacia la pregunta y la práctica por aquello que es de todxs y que hacemos entre todes». Se lee por acá.

Vivir afuera

En breve reseña de Postales de la contracultura. Un viaje a la Costa Oeste para La Nación (sin mencionar que el libro tiene imágenes como esta, quizá por falta de espacio), Edgardo Scott dice que «la originalidad y el encanto del libro acaso tengan que ver con cierto anacronismo sin nostalgia… contracultura, pero también postales, son hoy palabras e ideas literarias obsoletas para el demagógico y compulsivo presente digital». Publicada bajo el título «Un mapa nómade y sin nostalgia» en el suplemento Ideas de hoy, la reseña se lee por acá.