Disidente político y sexual, amante de la libertad y siempre al borde del precipicio, Reinaldo Arenas atravesó la revolución cubana bajo el estigma de “inmoral”, “antisocial” y “gusano”, siendo perseguido y encarcelado varias veces mientras la mayoría de sus libros, prohibidos en su país, se agotaban en el extranjero.Veinticinco años después de su suicidio, Tusquets reeditó en 2015 la inhallable Pentagonía (“cinco agonías”), que incluye El color del verano, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, Celestino antes del alba y El asalto. Y para 2016 la misma editorial reeditaría Termina el desfile/Adiós mamá, El portero y El mundo alucinante.
Nacido en una familia campesina de Aguas Claras, provincia cubana de Oriente, en 1943, de niño Arenas conoció la miseria y la libertad de la intemperie, comiendo tierra, trepándose a los árboles, rodeado de animales de corral y del monte, con una madre abandonada por su marido, una abuela que orinaba de pie y hablaba con Dios. Como él mismo ha contado en su novela autobiográfica Antes que anochezca, entre los siete y diez años desarrolló una precoz voracidad sexual con yeguas, gallinas, cerdos y perros, algo habitual entre chicos campesinos, si bien Reinaldo sería uno de los más impetuosos, llegando a tener sexo hasta con árboles de tallo blando, a los que les abría un hueco en la corteza para introducir el pene. Continuar leyendo «Un rebelde con varias causas»