Pide tres deseos

Santiago Villanueva y Nicolás Cuello seleccionaron una serie de mis dibujos realizados entre 1974 y 2020 para armar este libro de 110 páginas. En la contratapa, escribieron: «Si parte del proyecto de experimentación política y sensorial que Osvaldo Baigorria llevó adelante a partir de la década de los 70 lo impulsó a desarrollar una mirada desde el suelo de la conciencia, que buscó poner en el centro de la vida la vuelta a la tierra, la construcción de modos de vida comunitarios y el ejercicio de la libertad como una forma de ruptura y abandono sobre lo normal, la prolífica serie de dibujos reunidos en este libro también puede ser pensada como una otra forma de abandono, otra modulación sensible del drop out desde la cual acceder a la escucha de ese tan ansiado presente total. Un modo de materializar, a través de la experimentalidad de grafismos autómatas, la posibilidad de que el cuerpo estuviera delante del signo, de las palabras, del sentido. Un ejercicio de vibración sensorial, meditativa, similar al baile que, según él, le permitiría alcanzar el alivio de ‘vaciar la mochila de peso innecesario’, es decir, ingresar a una forma de presencia sin cabeza

Retratos para un bestiario

Dos espléndidos libros ilustrados y en tapa dura de la editorial Adriana Hidalgo nos acercan a los mundos paralelos, uno por domesticable y el otro por silvestre, de cerdos y búhos. El cerdo se nos parece, escribe el filósofo Thomas Macho, aunque lo devoramos sin remordimiento, salvo por la observancia de tabúes religiosos y a pesar de la asociación de sus hábitos con la suciedad. En español sabemos o intuimos que la palabra porquería deriva de puerco. Y aunque algunos estudios han mostrado que tiene una inteligencia comparable a la de primates y delfines, el improperio “cerdo”, que en inglés (pig) ha sido históricamente destinado a la policía, es insuperable; ningún otro nombre de animal podría competir con ese insulto.

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Cárcel perfecta

Qué año de mierda. Vivir en la ciudad- vivir en la pandemia. Amontonados y aislados. Cárcel perfecta, gracias a internet. Panóptico total. Como en casas con paredes de vidrio, vigilados por policías-médicos buenos, y también de los malos. Las ratas son humanos que contagian enfermedades mortales. Las ratas son murciélagos humanos que infectan los cielorrasos, los rascacielos, los cielos surcados por aviones que transportan virus y los desparraman por los aeropuertos. De allí pasan a las calles, las casas, los edificios, las cloacas. Bajan de las clases más altas hacia el subsuelo. Enferman a los más vulnerables. Atacan al débil. Que me perdonen las ratas verdaderas, los roedores que uso como metáfora de relación animal-humana: las ratas que aquí menciono son la plaga que exprime, azota y explota el planeta. Son también los Bolsonaro, los Trump que ofenden nuestra inteligencia. Son también quienes los votaron o quienes permitieron que la plaga nos gobierne. Son y también somos quienes no supimos cómo vivir en un mundo mejor: un mundo sin la ciudad viral: sin la pandemia.

Marzo de 2020 – Año de la Rata

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Si me preguntas por la orgía

Diría que es mal momento, pandemia global mediante, y parafraseando a Lucio V. Mansilla que a su vez parafraseaba a Dante, agregaría que no hay mayor dolor que recordar el tiempo feliz en la miseria. Pero Gerardo Jorge (n direcciones) insistió en hacer esta entrevista que publicaron en la flamante revista Orgyia.

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Ciudad viral

«El nuevo orden de los cuerpos» es el título de este reportaje en la revista chilena Viernes y que aquí reproduzco entero, incluidos algunos párrafos que quedaron grabados y que no fueron publicados por razones de espacio. Podría haberse titulado»La ciudad es el virus» (o «La pandemia nos tapa la boca y nos prohibe el beso», si se le quiere dar otro sesgo). En negrita, las preguntas de Nicolás Violani y en redonda, mis respuestas.

  • ¿Cómo te ha golpeado esta crisis sanitaria? ¿Frenó algún proyecto en particular en el que estuvieras trabajando o que estaba por ocurrir? ¿Cómo estás viviendo estos días de confinamiento?

No, si la estoy pasando bomba, como preso domiciliario sin tobillera electrónica pero con el policía metido en la cabeza. Ya más en serio, siento nostalgia por la fiesta, el encuentro nocturno, la multitud en danza, el olor al cuerpo que transpira ahí al lado. También siento nostalgia por el placer trivial y mínimo de sentarme a leer los periódicos en un café o tomarme un trago en un bar. Hubo además un recorte brutal de mis ingresos, ya que las crisis les vienen como anillo al dedo a los burócratas para que cajoneen u olviden contratos y a los capitalistas dueños de medios de comunicación, por ejemplo, para postergar pagos indefinidamente y que nadie responda a un teléfono.  Pero no puedo quejarme, hay millones que están muchísimo peor. Continuar leyendo «Ciudad viral»

Madre pirata

Cada tanto, dibujo. No recuerdo el momento en el que me puse a dibujar este que se ve aquí, en algún lugar de la década del 80. Supongo que fue en uno de esos ratos en los que tenía ninguna otra cosa que hacer: ocio pleno. Jamás dibujé con intención de mostrar, dejé todo en carpetas y blocs u hojas sueltas… hasta que en los últimos dos años empecé a mostrárselos a gente amiga, tímidamente, como para descubrir si tenían algún valor. Así fue como llegué a Santiago Villanueva, que me propuso exhibirlas por un día en 2019.

Las imágenes surgen del interior (por cierto, un interior intervenido por algún exterior, un interior/externo), es decir, no me pongo ni dispongo a mirar nada, no dibujo lo que me pasó o lo que vi o lo que imaginé previamente: solo deposito el lápiz o birome sobre la hoja en blanco y dejo que la mano vaya encontrando la forma hasta que me canso o se cansa (la mano). No tiene objeto ni propósito. Es una actividad más libre que el escribir. Continuar leyendo «Madre pirata»

En un trío con dos orientales

Primera muestra pública de mis dibujos (sí, cada tanto agarro el lápiz o la birome y deslizo mi mano sobre una hoja de papel, oficio o A4) dentro del espacio que montaron Fernanda Laguna y Santiago Villanueva a lo largo de 2019: 2019. Emocionado por compartir muestra con dos artistas, una ceramista de Oriente (provincia de Buenos Aires) y una tremenda veterana del grabado y poeta de Montevideo (Banda Oriental). Entre las obras de estas dos orientales colgaré algunos dibujos que fui haciendo en distintas épocas y momentos sin intención de mostrarlos, y que sin embargo, alentado por amigos que fueron descubriendo mi segunda «profesión o vocación secreta», empecé a compartir hace un par de años cuando Iván Rosado publicó Poesía estatal: en ese libro hay cuatro. Ahora se los podrá ver, junto a muchos otros, en vivo. Ojo: es esa noche o nunca. 2019 es un spazio que muestra su arte en un solo día (y noche). Ci vediamo!