Forca estranha

Una foto poco conocida de Néstor Perlongher ilustra un perfil publicado en el Jornal Literario Pernambuco bajo el título de «Uma forca furiosamente barroca» (falta la cedilla en mi teclado hispano: debe leerse «forsa»). Está en comprensible portugués. Lo escribe Leonardo Nascimento y dice:

«Em novembro do ano passado, por ocasião dos 30 anos da morte de Néstor Perlongher (1949-1992), a editora Iluminuras organizou, no Instituto Cervantes de São Paulo, um encontro internacional em homenagem ao poeta, antropólogo e ensaísta argentino, reunindo escritores/as, críticos/as e amigos/as que conviveram com ele em sua última década de vida, durante os anos em que morou no Brasil. No evento, ocorreu a reedição de Evita vive e outras prosas (importante seleção de ficções e crônicas do autor) e o lançamento de um livro até então inédito entre nós, As formas do êxtase, em que Perlongher discorre sobre a experiência com a ayahuasca e o mergulho no misticismo do Santo Daime.

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Testimonios de una amistad en el exilio

Carlos Asensio me entrevista para El Asombrario a partir de la publicación de Un barroco de trinchera en España. Quiso conocer más sobre la figura, obra y legado de Néstor Perlongher, la época y el lugar en que nos conocimos (la Argentina previa a la dictadura del 76), el grupo de estudios Política Sexual (en la foto estamos con Sara Torres, otra cofundadora de ese grupo) y alguna anécdota de esa amistad. Aquí algunas de sus preguntas y mis respuestas:

¿Qué palabras utilizarías tú para describir a Perlongher?

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La mirada de Perlongher

«La correspondencia de Néstor Perlongher (toda: el continuum, sobre el que Osvaldo Baigorria tiene tanto que ver) es una cima de la narrativa argentina de la segunda mitad del siglo veinte» escribe Sebastián Menegaz en El diletante. Y si la exageración es uno de los atributos de esa piedra de barro irregular que es el barroco (y el neobarroco), en este lúcido comentario del libro y de la operación de escritura epistolar de Perlongher ese atributo se desplegará y despegará en vuelo rasante sobre el suelo de todo un continente y un contenido. «Se suele perder de vista, solemos, en tiempos de racionamiento, cuánto había en la operación sustantiva de las poéticas del barroco (el pretérito por todo estertor) de éxtasis de la precisión. Perlongher le dirá a Baigorria, casi incidental: «sentar ciertas bases de opulencia»». Se lee in situ por acá.

Un fresco de época

«Baigorria planta la escena del día que conoció a Perlongher en el prólogo de Un barroco de trinchera, una recopilación de cartas que el autor de Prosa plebeya le envió entre 1977 y 1986″, escribe Demian Orosz en el suplemento Número Cero del diario cordobés La Voz del Interior.

«Los ‘años de plomo’, el deshielo dictatorial y los tibios berridos de la recuperación democrática son no solo el contexto, sino también la materia en carne viva de estos mensajes en una botella que cuentan el día a día o piden auxilio. La asfixia en la que vivía Perlongher es perforada por astillas de humor melancólico y fortificante. La represión, la Policía levantando locas, los vericuetos de la vida clandestina constituyen un fresco de época que hace compost con el registro de las minucias domésticas. Una cartografía de la amistad a la distancia se dibuja en esta ‘correspondencia unilateral’ que deja entrever una época, una trama existencial, y una escritura indócil que hace nacer flores deformes y bellas del barro de la Historia.»

Demian Orosz

–Publicado bajo el título «Sobre el libro Un barroco de trinchera: cartas de amistad, deseo y supervivencia» en La Voz del 19 de marzo de 2023. Se lee entera por aquí. Y si ese link no funciona, probar en https://acortar.link/iwIwAb

Barroco barroso

¿Qué significa «barroco de trinchera» en Perlongher? pregunta Milena Heinrich en una nota para Telam. Respondo: «En una entrevista de la revista Babel de 1989 Perlongher menciona al «barroco de trinchera» como cable a tierra. Y en la carta que me envió desde San Pablo en septiembre de 1981 habla de narrar «sin barroquismos de trinchera, sin vanos arcaísmos» los avatares y peripecias que tuvo que atravesar en la Argentina represiva antes de refugiarse en Brasil. Por esas alusiones podría inferirse o sospecharse que el hermetismo, el jeroglífico, la opacidad en su escritura estaban motivados por la censura y la autocensura ante la vigilancia de las comunicaciones. Pero aun cuando esta censura no existiese, se advertía cierto goce en no decir nada “como viene”, no escribir con ningún esfuerzo por comunicar ni “ser claro” sino complicar el texto hasta la contorsión, perdiéndose en la marea de las letras. Cuando ese embarrocamiento se volvía “de trinchera”, cuando echaba un cable a tierra, es decir a la realidad y la actualidad sociopolítica, sin embargo esa tierra era siempre un suelo inestable, que se hundía en el estuario rioplatense con toda su historia sangrienta, y sobre ese suelo los textos de Perlongher chapotean, saltan, brincan y brillan para no hundirse en el testimonio o en la poesía social. Entonces su escritura podía ser política en el sentido más amplio posible, el que llevaba al poeta a hacer pasar su aullido, en el sentido beat, como Ginsberg, atravesando todas las barreras y todos los límites ideológicos, estatales, institucionales y convencionales. Por eso incluso su poema más conocido, “Cadáveres”, no puede ser leído sólo como testimonio de las desapariciones en Argentina sino que una lectura atenta verá que se dispara en múltiples referencias cruzadas a las familias y a la moral, a la gauchesca, al psicoanálisis, a la represión sexual en la lengua y en los cuerpos y a toda una maroma de figuras históricas. 

Se lee entera por aquí. Ojo: en el copete de esa nota hay un error, ya que dice que las cartas son de «entre los años 60 y 80» cuando en realidad arrancan desde fines de los años 70 (nos hicieron más viejos de lo que somos -o éramos-).

De coautoría unilateral

«Se cumplieron 30 años de la muerte de Néstor Perlongher. La efeméride coincide con el mejor homenaje: la publicación de Un barroco de trinchera«, escribe Adrián Melo en su reseña publicada en el suplemento Soy de Página/12 del 16 de diciembre de 2022. «Por esos tiempos, Perlongher se erigía en vocero de una militancia que unía los sueños de revolución sexual y social con locas, feministas, travestis, parejas proto-swingers y varones heterosexuales a la cabeza de la guerra contra la familia patriarcal-monogámica y el capitalismo… y contra la esclavitud de la organización genital que clasificaba y encasillaba la multiplicidad y polivalencia del deseo en identidades fijas». Se lee entera por aquí.

Cartas que cautivan

«Aún en época en que la intimidad es objeto de exhibición, publicar la correspondencia que dejó un escritor plantea problemas. ¿A quién le pertenecen las cartas? ¿Acaso no son del destinatario, ya que para él fueron escritas y él mismo las conservó? ¿Y qué hacer con unos textos concebidos al margen de la obra, sin los cuidados habituales? ¿Qué efectos tiene su difusión en la imagen conocida del autor». Es lo que se pregunta Osvaldo Aguirre en «Perlongher se despacha», una nota que comenta Un barroco de trinchera y que fue publicada en la revista Ñ del 31 de diciembre de 2023. A la fecha aún no la han subido a web, pero puede leerse gracias a Press Reader por acá.

Dear friends,

La transcripción de la conferencia inaugural del festival de literatura de la Fundación FILBA nacional 2022, leída en el Muelle de Pescadores de Mar del Plata el 26 de mayo de este mismo año, fue publicada por Ediciones Urania con una tirada inicial de 150 ejemplares en papel Bookcel para interiores y Natural Evolution para las tapas, con tipos Alegreya ht. Un pequeño y elegante libro de 40 páginas de 16 x 9,5 cm que se consigue en Galería Mar Dulce, Uriarte 1490, CABA o en las redes @galeriamardulce y http://www.facebook.com/ediciones.urania

Una novela epistolar sobre el barro y el deseo

Escribe Raquel Garzón en El País (España) sobre Un barroco de trinchera: «Chispeante, tierno y malviviendo de su paga exigua como encuestador. Angustiado por problemas judiciales derivados de la persecución del deseo homosexual durante la última dictadura argentina. Con ganas de irse a Brasil apenas supiera dónde y de qué vivir allí. Desmesurado, irreverente, filoso, entrando y saliendo de cárceles, «apaleado, por el mero delito de mis preferencias eróticas, o, aun, por su suposición…». Así aparece el poeta y sociólogo Néstor Perlongher (1949-1992) en las cartas que le escribió a su amigo el escritor Osvaldo Baigorria, reunidas en Un barroco de trinchera (Blatt & Ríos). Frágil, a veces; combativo, siempre.

«Al cumplirse tres décadas de la muerte del autor de Hule (murió de sida el 26 de noviembre de 1992, a los 42 años), la publicación del libro en España es un acontecimiento literario y político. Sus páginas (enmarcadas por valioso prólogo y notas de Osvaldo Baigorria, que valen la coautoría que reza la portada) reconstruyen desde el testimonio de uno de los poetas y activistas argentinos más radicales la lucha por los derechos LGTB en ese país y el surgimiento del «neobarroso». Un estilo poético encarnado por Perlongher del que estas cartas son laboratorio y muestra: «Cierto embarrocamiento (no decir nada ‘cómo viene’, sino complicarlo hasta la contorsión) amanerado o manierista y, al mismo tiempo, una voluntad de hacer pasar el aullido, la intensidad. Un barroco de trinchera, o un neobarroso, que se hunde en el lodo del estuario».

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Llegó un mensaje de Perlongher

«escribo abriéndome paso en este reino de papeles carpetas lapiceras puchos cenizas encendedores cuadernos vasos de whisky (nos vamos para arriba) que es mi mesa (debería decir: de esta mesa, etc., que es mi reino) / festejemos la inversión y recordemos vagamente una de tus escasas esquelas dactilografiadas (señal de un paulatino regreso a la civilización que me parece regio, ya que facilita sobremanera la comprensión del texto y le da más fluidez a la escritura -aviso de Olivetti, la gran marca italiana de máquinas de escribir)»: fragmento de la carta del 1 de abril de 1979, leído durante la presentación de Un barroco de trinchera en Fetiche Libros el 27 de noviembre pasado.

Acompañado (o más bien, flanqueado) por Santiago Villanueva y Fram Visconti, leí varias cartas y respondí inquietudes en la que fue una de las mejores presentaciones que recuerdo: cálida, emotiva y con alta participación de un público conmovido por esas palabras escritas en finísimo papel «vía aérea» y enviadas hace más de cuatro décadas desde Sao Paulo y La Tablada.

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