
¿Qué significa «barroco de trinchera» en Perlongher? pregunta Milena Heinrich en una nota para Telam. Respondo: «En una entrevista de la revista Babel de 1989 Perlongher menciona al «barroco de trinchera» como cable a tierra. Y en la carta que me envió desde San Pablo en septiembre de 1981 habla de narrar «sin barroquismos de trinchera, sin vanos arcaísmos» los avatares y peripecias que tuvo que atravesar en la Argentina represiva antes de refugiarse en Brasil. Por esas alusiones podría inferirse o sospecharse que el hermetismo, el jeroglífico, la opacidad en su escritura estaban motivados por la censura y la autocensura ante la vigilancia de las comunicaciones. Pero aun cuando esta censura no existiese, se advertía cierto goce en no decir nada “como viene”, no escribir con ningún esfuerzo por comunicar ni “ser claro” sino complicar el texto hasta la contorsión, perdiéndose en la marea de las letras. Cuando ese embarrocamiento se volvía “de trinchera”, cuando echaba un cable a tierra, es decir a la realidad y la actualidad sociopolítica, sin embargo esa tierra era siempre un suelo inestable, que se hundía en el estuario rioplatense con toda su historia sangrienta, y sobre ese suelo los textos de Perlongher chapotean, saltan, brincan y brillan para no hundirse en el testimonio o en la poesía social. Entonces su escritura podía ser política en el sentido más amplio posible, el que llevaba al poeta a hacer pasar su aullido, en el sentido beat, como Ginsberg, atravesando todas las barreras y todos los límites ideológicos, estatales, institucionales y convencionales. Por eso incluso su poema más conocido, “Cadáveres”, no puede ser leído sólo como testimonio de las desapariciones en Argentina sino que una lectura atenta verá que se dispara en múltiples referencias cruzadas a las familias y a la moral, a la gauchesca, al psicoanálisis, a la represión sexual en la lengua y en los cuerpos y a toda una maroma de figuras históricas.
Se lee entera por aquí. Ojo: en el copete de esa nota hay un error, ya que dice que las cartas son de «entre los años 60 y 80» cuando en realidad arrancan desde fines de los años 70 (nos hicieron más viejos de lo que somos -o éramos-).