Detener la colección

Un «rediseño museográfico» del Museo Nacional de Bellas Artes, con muestra de obras de Berni, García Uriburu, Londaibere, Maresca, Burton y otras, donadas por un día o prestadas por amigas que las descolgaron de las paredes de sus casas para ser exhibidas una tarde de sábado, fue la iniciativa de Santiago Villanueva y Violeta Mansilla el 27 de julio de 2019 en UV estudios (Humboldt 401). La muestra incluyó un «Congreso de la Historia del Arte Argentino» con lecturas de textos breves de Lux Lindner, Paula Castro, Juan Laxageborde y otras, la proyección de un video de Jorge Prelorán, diversas performances, y una votación de «adquisición de artista» con carrera en la calle animada por Julián Sorter.

La hoja de sala reprodujo una carta abierta de Santi Villanueva a la dirección del MNBA que dice: «Buenos Aires, 17 de febrero de 2015

«Estimada directora del Museo Nacional de Bellas Artes,

«Escribo para acercarle una propuesta a la dirección del museo: que el MNBA deje de ingresar obras a su colección. Desde que el museo se creó a finales del siglo XIX, se ha coleccionado de manera desmedida a través del ingreso de colecciones privadas, de donaciones aisladas, de los salones nacionales y de ocasionales compras. La colección, entonces, con una soberana pretensión de representar al arte argentino desde una idea nacional también se ocupó de incorporar sobre todo arte europeo de diferentes momentos.

«Con la distancia ¿cuál es el resultado de esto? Una reunión azarosa de decisiones individuales (por parte de las diferentes gestiones del museo) y una historia, incompleta, del gusto de la aristocracia porteña, sobre todo de un gusto eurocentrista, nacionalista y conservador. ¿Esto se exhibe hoy en la salas? ¿Queremos un museo que de cuenta de esta historia, de estas decisiones? ¿Queremos un museo con obras de museo (tamaño-importancia-calidad)? ¿O queremos una colección que “represente” la complejidad del contacto de las obras en con los diferentes espacios, estratos sociales, formatos y materiales?

«Imaginemos… un museo de la clase media, por ejemplo. O un museo doméstico, que represente las obras que fueron pensadas para adquirirse por bajos valores, para acompañar las comidas o adornar las habitaciones, el chiquitaje. Para el zaguán, el garage o la cocina. Una colección de láminas, de serigrafías. Un Museo Nacional que se ocupe de mostrar, también, la presencia del arte en la vida cotidiana.

«Detengamos la colección. Decretemos el cese definitivo de esta actitud representacionista, mercantil, colonial y devoradora, que es coleccionar.

«Solicito entonces, una reunión en su despacho para considerar el tema.

«Atentamente,

–Santiago Villanueva«