La revuelta en cuarentena

Me parece sospechoso -sin abonar a ninguna teoría conspirativa en curso- que del reguero de revueltas y manifestaciones masivas del 2019 (Hong Kong, Chile, Francia, Cataluña, Ecuador, Bolivia, Colombia, Líbano, Irak, Haití…) se haya pasado al estado de cuarentena global, con toques de queda incluídos en algunos sitios, del 2020. Una relación de causa-efecto entre esa insubordinación global y la emergencia del coronavirus es por el momento improbable pero la coincidencia no deja de ser significativa. Como si este virus, aun con sus efectos disruptivos en las ganancias de las corporaciones, fuese mandado por el cielo de Oriente para que los Estados (el chino en primer lugar, y luego los demás) pudiesen aplacar la protesta y extender a un nivel inédito la vigilancia y el control sobre sus poblaciones.Quizá después de este experimento, el mundo esté listo para una guerra de grandes proporciones y los sufridos pueblos deban soportar aun más el aumento de la penuria.

Aviso: esta reflexión no es un cuestionamiento a medidas de seguridad básicas para protegerse y proteger de un virus a las personas más vulnerables, máxime teniendo en cuenta los sistemas de salud pública precarios en la mayoría de los países; tampoco es una crítica al manejo de la crisis por el actual gobierno argentino y mucho menos un apoyo a protestas de balcón, cantos de himnos nacionales, cacerolazos y twitazos de indignados por la pérdida de ganancias y privilegios, entro otros que quizá se vuelvan aun más dementes en su encierro. Las auténticas protestas se ven en la calle. Y las que se diseminaron por distintos países durante el 2019, con todas sus diferencias y excepciones, tenían como fondo común el malestar por las condiciones de vida que impone el capitalismo y el autoritarismo en el querido planeta Tierra. Hoy toda esa revuelta en ciernes quedó en cuarentena.

Continuará…