Un comentario de Indiada por Matías Casim aparece en el primer número de esta revista que editan Juan Laxagueborde, Santiago Villanueva, Agustina Muñoz y Maruki Nowacki, dentro de la sección de comentarios de libros, muestras, obras, espacios de arte, etc. «El pasado hace que no paremos de hablar de él. Sin embargo, lo trágico es que sabemos que es una idea pretenciosa» dice el primer párrafo, casi a manera de un largo título. Y continúa así:
«Imaginemos una comunidad cuya organización, luego de doscientos años de historia, es la siguiente: el amor y la sexualidad son libres. No hay un idioma oficial porque conviven una mezcla de lenguas indígenas, argentinas, porteñas y europeas. Podemos movernos sin restricciones del Pacífico al Atlántico, no hay fronteras políticas y las únicas posibles son las naturales. El comercio es libre en todo el territorio y los hijos no tienen propiedad, son criados colectivamente por todes les habitantes. La carne prima sobre la razón y el objetivo más importante que se persigue es pasarla bien, el goce por el goce.
«Hacia atrás está el absurdo y la respuesta acerca del mito de origen de esta comunidad no la tenemos, pero se fundaría menos en una guerra independista que en una orgía multicultural. Eso, en sintonía con los tiempos que corren, nos viene a contar Osvaldo Baigorria. Por eso en Indiada, su último libro, se propone cuestionar el origen narrando. El de la nación blanca, criolla, gaucha, europea y heteronormativa que habla el español oficial y en la que los escritores canónicos son todos hombres. Sumado esto a la propia experiencia, los viajes interminables, aparecer y desaparecer, que hacen a Baigorria un personaje suelto y desterritorializado, medio indescifrable, que puede hablar de crotos, indios o punks pero también sobre un bailarín de tangos cascarrabias.
«Hace algunos años, en Sobre Sánchez, había escrito reivindicando un mito: el del escritor que se fue y no fue lo que pudo haber sido, la nostalgia de otros tiempos que añora, el tiempo viejo que llora y ya no volverá. Pero el problema entonces es: ¿por qué aquel que se mostraba nostálgico de lo que fue, ahora reivindica lo nuevo? ¿Se escucharía tango en esa comunidad imaginaria?»
Las preguntas me asombran. Y añado otras: ¿Es el mismo narrador el que aparecía en Sobre Sánchez y el que aparece en cada uno de los cinco cuentos de Indiada? ¿No hay diferencia alguna entre autor y narrador?