En Otra parte, Marcelo Cohen inicia una serie de discusiones a partir de la marcha popular por -o mejor dicho, contra- el cambio climático del 21 de setiembre último en Nueva York, una manifestación de cientos de miles ninguneada y prácticamente silenciada por casi todos los medios del mundo.
Algunos fragmentos del texto de Cohen:
«Había columnas de organizaciones estudiantiles y movimientos ácratas, indios peruanos e indios sioux bailando en traje ceremonial, científicos enarbolando un pizarrón enorme, víctimas del huracán Sandy agitando salvavidas, una fogosa banda de bronces de Nueva Orleáns, veteranos del ecologismo y ceñudos trabajadores metalúrgicos, un movimiento de madres por el futuro y otro de abuelos por sus nietos…
«La variedad y el colorido derrotaban las palabras: había 310.000 manifestantes, el gentío más denso reunido hasta hoy bajo consignas como “No hay planeta B”, “Trabajo, justicia, energías limpias” o “Frenemos a los consorcios petroleros”…
«Los países emergentes no lo ignoran; China, México, Sudáfrica y Brasil ya ultiman nuevas estructuras de extracción; Argentina también. Reconvertir esta economía a alternativas preservadoras es costoso pero no imposible; hay un grueso de estudios de tecnología, economía, geología, socio y antropología, ingeniería; la médula del asunto es política. Una médula obtusa. Lo que está en juego no es tanto la supervivencia de la Tierra, sino de una parte incalculable de la vida en su versión terrestre; una escisión más brutal entre los que tienen y los que no.
«Mal que nos pese a los que aprendimos de Foucault a no amar el poder, el movimiento por el fin de las emisiones se enfrenta con el capitalismo en el terreno de la política, y la acción efectiva requiere formas de organización, propaganda y lucha, nuevas pero no del todo reñidas con algunas de las estrategias que terminamos de desechar después de la caída del Muro, del desastre del socialismo real y el fracaso de las vías revolucionarias».
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