Sobre Sánchez en Puán

Puan 3Con Miguel Vitagliano en Puán, Teoría Literaria III, en un amable encuentro con 60 estudiantes y otros miembros de la cátedra (entre ellos la encantadora Laura Estrín, y Florencia Angilletta, creo, allí en primera fila): me sentí cómodo pese a esa cara de fastidio que aquí aparece por tener que estar más de una hora con una pierna levantada y en postura corporal desajustada sobre el asiento.

Miguel Vittagliano

Sobre Sánchez: las preguntas giraron en torno a las relaciones y los límites entre el discurso de la crítica y el de la ficción. Algunas mostraron una lectura tan atenta que casi me averguenzan: sabían sobre lo que yo había escrito muchísimo más que yo (obvio).

Puan 1A pesar de la incomodidad del cuerpo, el diálogo se disparó desde la pregunta «¿se podría escribir ficción fuera de un campo marcado por la crítica?». Podía haberme excusado de responder diciendo que no conozco lo suficiente sobre teoría y crítica literaria, pero en ese caso no estaría sino afirmando la creencia de que se puede «escribir fuera de un campo marcado por la crítica”. De modo que tuve que responder de algún modo a esa pregunta, ya que vivo en este mundo, en este presente y aun cuando no haya leído ciertos libros o autores fundamentales para la crítica, con certeza en el clima y la atmósfera cultural del presente hay teoremas (e ideologemas) que a todos nos atraviesan. También podría haber respondido simplemente con un «No, siempre se escribe dentro de un campo marcado por la crítica», pero antes habría que definir a qué se llama “marca” y a quién “marcado”, si este término es un concepto de propiedad, asociado a la marca de yerra del ganado, en el sentido de alguien que se deja marcar por una moda o tendencia, si se está hablando de un campo estriado, arado, en el cual uno siempre tiene que elegir uno u otro camino, o si esa “marca de la crítica” es algo más amplio, general, múltiple e indeterminado. ¿La habré respondido?

Puan 4

Otras preguntas giraron en torno a la relación entre biografía y autoficción y acerca del «género mezclado» que produjo Sobre Sánchez, un libro que, según Laura Estrín, «podría pensarse en algún vértice de “las escrituras del yo”, un yo también muy presente en las recopilaciones de Cerdos y Porteños». Creo haber respondido que habría que evitar trazar una separación tajante, definitiva, entre lo que serían “escrituras del yo” y “escrituras del no-yo (o del tú, nosotros, etc)”. Porque quién o qué ese “yo” que cambia a lo largo del tiempo, que muta, que se recuerda de distintas maneras en distintas etapas de la vida, que está siempre en transformación y devenir hacia algo diferente. Esas conversiones o devenires del “yo” siempre serán narradas en base a memorias, revisiones, recortes y reescrituras que además, sobre todo para poder entender y dar cuenta de las transformaciones que a uno lo van atravesando, necesitan de figuras y formas narrativas que permitan hacer las conexiones entre acontecimientos que doten a estos de cierto significado. En el caso de Sobre Sánchez, la escritura se radicalizó en esa búsqueda, porque en el proceso -que me llevó seis años- sentí que una biografía fallida devenía ensayo y después que este colapsaba y mutaba en una crónica y una autobiografía con astillas de novela, en un agenciamiento de géneros que al final terminó más allá de todos esos géneros. ¿Habré respondido?