Cómo escribir una bio después de Strafacce

Que hay un antes y un después para el género biografía y para el subgénero «de escritor» parece evidente a partir de esa bisagra monumental, esa obra extraordinaria que es Osvaldo Lamborghini de Ricardo Strafacce. Una columna de Damián Tavarobsky en Perfil Cultura que ya no logro encontrar en el enlace web de origen (precariedad digital) decía que la desmesura de Strafacce produjo un punto de inflexión en la historia de las biografías argentinas, un país con escasa tradición en el género si se compara con las tradiciones francesa y anglosajona. Coincido con Tabarovsky en que hay «poca verdad fuera de los textos, de la escritura» y que lo mejor está en los libros anómalos o autónomos respecto al autor del que se trate; pero justamente por eso es que no quise o no pude escribir una biografía de Néstor Sánchez.

En la página de legales de Sobre Sánchez en Mansalva dice «ensayo literario»; en la Ñ pusieron a ese título en el rubro «Varios» (por sus varios géneros, supongo) después de caracterizarlo como «libro freak», «relato excéntrico» y «biografía en primera persona»… En La arquitectura del fantasma, Héctor Libertella refiere a la transbiografía: «única manera de atravesar con mis propias palabras la autobiografía de los otros». Aun no siendo el más calificado para calificar mi libro, creo que también podría ser considerado simplemente «narrativa argentina» (aunque sea en paralelo), porque de este experimento alrededor de la figura de Néstor Sánchez salió el relato de una biografía fallida y de una investigación incompleta, en cruza de realidad-ficción, que se redondea de algún modo por la intromisión del elemento «auto» que implica la memoria (y la desmemoria, como paráfrasis de Sánchez).