
Cristian De Napoli recomienda Correrías de un infiel en su página de Facebook con estas palabras:
Sólo de algo estoy seguro: si Baigorria fuese, pongamos, vasco (como su apellido) o bretón, o europeo en general, ¡todo el mundo hablaría de sus libros editadísimos por Anagrama!! Y hablaríamos de la gran novela autobiográfica, o literatura de autoficción, ¡de Baigorria a Carrere pasando por el noruego Knausgard y no sé qué croata!!
Pero como es criollo y encima chúcaro -y se la pasó viajando en vez de sentarse a mimar críticos & editores- aquí lo tenemos, sólo leído y defendido por impresentables como yo. ¿O no?
No, porque ustedes van a leer a Baigorria. Y van a aprender muchas cosas de él y van a divertirse leyéndolo. Okei, siempre sobre la base de que les guste la literatura de ideas (como se dice). También es importante que, al leerlo, no nos pongamos bajalínea. Baigorria es «de una generación con muchos ex: exrebeldes, exadictos, expatriados». Exfeminista, también tira acá. Y un hombre que, dice, cuando se cruza con una mujer con la que tiene buena cama, huye: un arquitecto de exs. Miedo a la familia. Por eso estas correrías infieles son un hacerse cargo de la familia a través de su símbolo más heavy: el apellido paterno.
Correrías de un Patoruzito beatnik que descubre dos cosas. Una: la pampa, desde Buenos Aires a San Luis, está llena de mestizos de indio y blanco que se llaman Baigorria. La otra (bien de novela de Thomas Pynchon): hay evidencias de una «conspiración internacional contra el apellido Baigorria». Una carta que le había enviado su padre desde Mataderos cuando Osvaldo hipponeaba por EEUU: «¿Y sabés quién está metida en esa conspiración? Tu propia esposa».
La historia de estas «Correrías» es la de un viaje a un monasterio en medio de la pampa en donde un cura historiador guarda memorias de un general Baigorria del siglo XIX: militar unitario, prófugo y devenido mapuche. Para la visita al monasterio Osvaldo no tiene mejor idea que pedirle que lo acompañe a su novia, una doctora de Ciudadela, que vive frente a Fuerte Apache, a ver si así él se anima y empiezan, juntos, a hacer algo más que cojer como nunca antes. Pero el miedo…
Baigorrix, una divinidad vasca «under», se funde con la sabiduría del I Ching y el recuerdo del sexo libre con nativas del norte cuasi-canadiense fustigando la memoria de aquel hippie que leía a Kerouac y se creía blanquito hijo de los barcos («¿Pero qué hace un hermano marrón tan lejos de su tierra?»). ¡Cómo me gustan las historias del cuiqui con la identidad! (Yo, cuando todavía, a veces, quiero volver a mi casa (m)paterna a diez cuadras de Fuerte Apache, tengo que volver por la única calle por donde van los bondis a Villa Real: la calle Baigorria).
Presencias literarias dichas y gozadas en este libro: ante todo los ranqueles de Mansilla, también el Martín Fierro leído como una Biblia loca, contradictoria (palabra de la semana) que así como recomienda afincarse en tierra de uno («vaca que cambia querencia se atrasa», no?) también propone «¿A qué andar pasando sustos? Alcemos el poncho y vamos».Ay, esas dualidades.Y el jugo que se les saca cuando se es un Baigorria.Bueno, eso, esta fue mi lectura finsemanal. Queda claro que quiero compartirla y que todos la lean.
Reeditado por Blatt y Ríos el mes pasado, «Correrías de un infiel» se publicó por primera vez en 2005 en la extinta Catálogos.
—Cristian De Napoli
Publicado el 28 de noviembre de 2020 como entrada de Facebook. Enlace: https://www.facebook.com/cristian.denapoli.5/posts/10158174949219086