Una charla entre amigos donde me preguntaron por mi posición sobre el tema, una invitación a cierta mesa redonda en la que preferí no participar, y la publicación de lo que algunos han llamado «una visión alternativa que supere el conflicto» (visión cuyo horizonte me parece limitado y se cierra en la idea de «gestión negociada de los recursos naturales»), me recordaron la charla «El deseo de unas islas», en un encuentro sobre Política y Deseo del Sindicato de Journalistas de Sao Paulo, donde Néstor Perlongher criticó con ironía la guerra en las lejanas en 1982. Pero lo que él denominaba islotes desérticos en verdad están poblados (y no solo por humanos), de manera que hoy creo que ha llegado la hora de pensar en otro proyecto para Malvinas. Por ejemplo:
1. Que Argentina renuncie a su soberanía exigiendo que Gran Bretaña renuncie simultáneamente y en reciprocidad para crear un área protegida bajo supervisión internacional que preserve el ecosistema de las islas Malvinas, Georgias, Sandwichs del Sur e islas subantárticas al norte del paralelo 60° de latitud sur.
2. Que esa zona integre o incluya el santuario ballenero del Atlántico Sur propuesto por el Bloque Latinoamericano, del que forman parte Argentina y Brasil, dentro de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), pero que la protección en el área sea extendida a todas las especies animales y vegetales silvestres que habiten en las islas y en la franja de plataforma submarina compartida hasta territorio continental patagónico.
3. Que bajo control de las Naciones Unidas u otro organismo internacional creado a partir de la ONU se realice la desmilitarización, desnuclearización y descolonización del área, respetando los derechos de los pobladores isleños a vivir bajo el sistema político y la bandera que elijan, pero haciendo prevalecer por sobre el principio de autodeterminación de los pueblos la protección de todos los seres vivos.
4. Que en esa zona sea prohibida toda perforación y exploración petrolifera off-shore, actividad de alto riesgo de contaminación, como se observa en repetidos ejemplos en otros mares, así como toda actividad minera y extractiva por parte de habitantes isleños o continentales o de cualquier Estado nacional. Que sólo se permita la explotación del recurso ictícola y de otras riquezas marítimas locales en pequeña escala mediante la pesca o recolección sustentable y de bajo impacto. Que se promueva la inversión en energía eólica, solar y otras alternativas no contaminantes. Que el petróleo que hubiere en el fondo se quede en el fondo.
5. Que la renuncia a la soberanía territorial de ambas naciones sea acompañado por el acuerdo irrevocable ante la comunidad internacional a cooperar para que las islas queden como están. Que nadie las toque. Que sean un legado para generaciones futuras y un ejemplo de preservación de la paz, la naturaleza, la relación armónica con el mar y la tierra y todos los seres vivos.
No digo que sea posible: la utopía siempre fue un reclamo de máxima.