Documentos de la transición: 1984 fue el año de mi regreso a Buenos Aires desde una vida en los bosques de una comunidad rural canadiense y el del inicio de mis colaboraciones en El Porteño y Cerdos & Peces, hoy reunidas en el libro Cerdos & Porteños que Blatt & Ríos presenta este 28 de mayo en Sociales:
El Porteño, fundada por Gabriel Levinas, había publicado su primer número en enero del ‘82, con la cuestión del genocidio aborigen como tema de tapa, a través de una investigación sobre el Impenetrable y los atropellos a los qom, entonces llamados tobas. El Porteño introdujo temas que articulaban las revelaciones y denuncias sobre las atrocidades de la última dictadura con las novedades de un campo cultural que recién estaba rompiendo el cascarón de la censura y el autoritarismo, aunque lo seguiría llevando en el núcleo, la yema; un campo en el que emergían las nuevas tendencias y costumbres reprimidas en los ’70… Cerdos & Peces fue un largo paso más allá pero no solo eso: «Cerdos & Peces era la zona maldita de la contracultura. El tono general estaba marcado por el elogio de la transgresión, como una intención de escandalizar a la moral burguesa. Hoy pienso que la transgresión por la transgresión en sí misma termina siendo muy limitada. De todas maneras, hay que reconocer que puede ser divertida» se dice que he dicho en una entrevista realizada hace varios años por Nicolás G. Recoaro y que ahora puede leerse completa en Blog crónico. Otra voz, diferente y algo extraña, como cuando uno escucha su propia voz en un grabador con asombro y al principio casi no la reconoce, aunque más tarde se acostumbra a ese sonido extraño con un poco de verguenza, hasta que al final, con paciencia y quizá ternura, termina aceptando a ese extraño que habla desde el pasado como algo que ocurrió de verdad.