Escrita veinte años antes del boom de las narrativas del yo y del «giro autobiográfico» por un autor entonces muy joven y en plena época de efeverscencia liberacionista (hoy no podría sostener sin vacilar las mismas proclamas), Llévatela amigo por el bien de los tres se conseguía hasta hace poco en la desaparecida librería Lilith…
Dijo de ella Luis Chitarroni (en la solapa):
«Esta sí que es una novela divertida. En contra de las alianzas habituales de la novela argentina, simula basarse en la experiencia para no abusar de ninguna complicidad. En contra de la obviedad a que obligan los modelos ilustres, nunca se doblega, sigue siempre su camino.
«Con la hospitalidad conyugal de los esquimales como pretexto, Baigorria se las arregla para contar las aventuras de una pareja nómade que encuentra en los juegos combinatorios de la década del setenta («la sexualidad libre», como se decía) ese paraíso pretérito que los fantasmas y las amenazas de la década siguiente vuelven una coartada de la nostalgia. Con una llaneza y una economía narrativas dignas del mejor Henry Miller de los Trópicos (pero también con un humor en el que se reconocen todos los filos y matices del idioma de los argentinos), nos dice que no hay que confundir la moral con el recato y que no es necesario disfrazar esta ficción de testimonio para otorgarle profundidad histórica. «Lo histórico» en esta novela es crucial e irresistible, no un pudoroso valor agregado. Está a la altura de esos cuerpos que se cruzan y se confunden y que nos hacen desear que toda sucesión tenga siempre esa fuerza atractiva que Baigorria le confiere por el puro placer de contar un relato».