
En algunos bares de Bolonia y otros de la Comunidad Europea se niegan a vender Coca y ofrecen esta alternativa lanzada el año pasado en Londres por el artista visual y activista palestino Osama Qashoo. Inicialmente pensada como medio de reunir fondos para apoyar la reconstrucción del hospital Al Karama, que se hallaba al norte de Gaza y que «ha quedado reducido a escombros sin motivo alguno», según declaró Qashoo a The Guardian, «la fabricación de esta gaseosa es una declaración política hacia todas las empresas que invierten en el negocio de las armas”. La he probado, es rica (si te gustan las gaseosas) y dicen que es -obviamente- de fórmula secreta.