Testimonios de una amistad en el exilio

Carlos Asensio me entrevista para El Asombrario a partir de la publicación de Un barroco de trinchera en España. Quiso conocer más sobre la figura, obra y legado de Néstor Perlongher, la época y el lugar en que nos conocimos (la Argentina previa a la dictadura del 76), el grupo de estudios Política Sexual (en la foto estamos con Sara Torres, otra cofundadora de ese grupo) y alguna anécdota de esa amistad. Aquí algunas de sus preguntas y mis respuestas:

¿Qué palabras utilizarías tú para describir a Perlongher?

Poeta y animador del neobarroco en la literatura rioplatense, agitador de las disidencias sexuales e investigador de los márgenes, la prostitución masculina y la religiosidad psicodélica en Brasil.  Perlongher fue también el primer intelectual argentino que a principios de los años 70 declaró en público, en entrevistas a medios populares, su activismo homosexual. Con sus pantalones ajustados y zapatos con plataforma alta en tiempos en que los edictos policiales castigaban con penas de cárcel la “exhibición pública con ropas indecorosas” y la “incitación al acto carnal”, fue también uno de los que más encarnó con su palabra, su cuerpo y su andar todo un reclamo de presencia corporal en calles altamente vigiladas.

¿Qué es lo que recuerdas de la época en la que os conocisteis, la de la Argentina pre dictadura del 76? ¿Sentíais que había más libertad, que era posible algún tipo de progreso político y social, o ya se sentía venir la desgracia?

No es que hubiera mucha más libertad pero en los primeros años de la década del 70 en Argentina se vivía, como en otros lugares del mundo, bajo el espejismo de la revolución social, de la esperanza de liberación de toda forma de opresión y colonización de las tierras, los cuerpos, las almas. Esa idea-fuerza tuvo en este país expresiones particulares, como la breve irrupción en el gobierno de cierto peronismo progresista en 1973 pero la ilusión duró poco, porque tras el regreso de Perón desde España, cuando el viejo líder mostró el lado fascista que llevaba oculto tras su máscara de exiliado, se desató la persecución a toda la disidencia sexual y política, como preámbulo de la tragedia posterior del 76. Algunos, quizá los menos cegados o ideologizados, la vimos venir ya a fines del 73, otros no pudieron. 

¿A qué se dedicaba exactamente el Grupo de Estudio y Práctica Política Sexual en el que os conocisteis Néstor y tú?

Estudiábamos, leíamos, lo de “práctica” era una boutade o provocación, aunque Perlongher empujaba a que actuáramos en volanteadas, pintadas callejeras y otras intervenciones, por ejemplo en contra de los edictos policiales, contra la obligación de portar cédulas de identidad y contra la prohibición de venta de píldoras anticonceptivas que promovió el gobierno de Perón. La actividad más importante fue la investigación y producción del documento “La moral sexual en Argentina” en 1973.

En las cartas resulta especialmente llamativo el uso de esa “lengua que se habla bajo fuego, en medio del combate” para evitar la censura, con la que Perlongher te va narrando sus vivencias, sus preocupaciones y sus opiniones sobre todo lo ocurre a su alrededor. También se lamenta de no haber podido ser más claro.

Sí, pero él tenía un gusto, un goce en sacarle brillo a la frase, en perderse en las volutas de la expresión, en no decir nada tal como viene en primera instancia, porque aun cuando escribiera desde Brasil, donde no tenía miedo a la censura epistolar, ahí continuaba con su programa barroquizante en cada carta.

Durante los años que abarca la mayor parte de esta correspondencia, Perlongher aún no era la figura intelectual que llegaría a ser, pero ya se ve una clara voluntad literaria en sus cartas, un interés por el estilo, una preocupación por la poesía y por ser publicado. Analizada su obra y su trayectoria a ojos de hoy, ¿crees que fue mejor poeta, ensayista, activista…?

Es difícil escindir esas facetas, pero creo que su poética dominaba cada intervención en todos los otros campos. Entre sus poemas y su ensayos hay vasos, venas, ríos comunicantes. Se lo recuerda más como activista porque hoy se lee poco o a las apuradas, entonces su poesía puede resultar de difícil acceso para quienes no tienen tiempo de perderse en esos meandros cargados de múltiples sentidos o para quienes, en su obsesión por producir una literatura militante de expresión clara, dura y transparente, tropiezan con las irregulares piedras de barro del neobarroco.

¿Nos puedes contar alguna anécdota que recuerdes especialmente de tu amistad con Néstor?

En 1983, durante una recorrida por Brasil, estuve alojado varios días en el departamento de San Pablo en el que vivía Néstor, en vivienda compartida con la militante feminista Teca Aarao. Era en Rua General Jardim, en una zona aun no gentrificada como lo sería más tarde, y cercana a la Boca do Lixo (boca de basura), en el barrio de Santa Efigenia, un lugar de comercio sexual, de drogas y de vagabundaje urbano. En esos tiempos Néstor estudiaba antropología social en la Universidad de Campinas y desarrollaba cierto trabajo de campo para su futura tesis de posgrado sobre prostitución masculina. Trabajo de campo: salía todas las noches de cruising, que él llamaba “trottoir”, para ligar con jóvenes marginales en esquinas, baños, cines o donde se pudiera. Después de tener sexo les preguntaba por sus historias de vida, reunía testimonios para la tesis. Había mucha inseguridad por robos y asaltos, pero Néstor era temerario, aunque sufrió despojos de dinero varias veces. En realidad, tenía más miedo de cruzar las calles de tráfico endemoniado y que venía de distintas direcciones en las rúas das Palmeiras, Jaguaribe, Arouche y otras que no recuerdo, en esquinas que debía atravesar para llegar hasta la Boca do Lixo, que a cualquier otra forma de violencia social. Temblaba cada vez que tenía que cruzar esas calles, alguna vez lo acompañé.  Tenía más miedo a que lo atropellaran los automóviles y autobuses que al robo a manos de esos muchachos, en su inmensa mayoría negros y pobrísimos, al borde de la delincuencia, que le despertaban tanto deseo como ternura. De algunos de ellos se enamoró, por supuesto. Igual evitaba traerlos a su casa, salvo cuando sus relatos eran tan interesantes que ameritaban ser registrados con un grabador. Gracias a esa investigación de carácter “observador participante” pudo recibirse de antropólogo.

Publicada en El Asombrario el 28 de agosto de 2023 bajo el título «Perlongher, fundador de una de las primeras organizaciones LGBT+ del mundo». Puede leerse in situ por aquí.