La otra noche en la fiesta de cumpleaños de María Moreno vi a Daniel Molina con sus anteojos negros de armazón blanca y después del beso de saludo quise preguntarle sobre sus recuerdos de eventos ocurridos casi treinta años antes en la redacción de la revista El Porteño: ¿había sido Molina, acaso (borgeano), el editor de mis primeros textos, aquel que los recibía para titular, subtitular, copetear e ilustrar? Continuar leyendo «Recuerdos de la fiesta»
Autor: osvaldo baigorria
Fragmentos de Orgasmo
Mario Trejo (13/02/1926 – 13/05/2012)
Letrista de Piazzola en «Los pájaros perdidos», dramaturgo en «Libertad y otras intoxicaciones», poeta en estos fragmentos de «Orgasmo»:
Huir de la pequeña historia.
La anécdota me saca de quicio.
Vivamos el Gran Cuento.
Estoy traduciendo.
Hablo una lengua que apenas conozco
sonidos heredados
robados a lo lejos
ruidos enfermos de cultura.
Yo quiero hablar de mi lengua
lengua enferma
asesina del padre y de la madre
lengua experta
jerga de la experiencia.
Tartamudeo
Gruño
Digo sólo estertores.
La garganta se seca
vomito canciones mongoloides
y mi madre junto a mí
repite que me deja para siempre.
Un aeropuerto está cerca.
Siempre será así.
No hay nada más honesto que la necesidad.
Ha llegado la hora.
Confesaré.
Daré datos precisos.
No mentiré.
No caeré en contrabando.
Tomaré todas las drogas.
Acataré lo sagrado y lo profano
su único hijo
nuestro dolor.
No codiciaré la muerte del prójimo.
Me revolcaré sólo de amor.
La noche, sabemos, etcétera, etcétera, etcétera.
El alba
ya lo dije es oficio de sobrevivientes.
–Mario Trejo
«Orgasmo» se lee completo por acá (entre tantos sitios, un blog de una sola entrada).
El rastreador oculto
Una mini crónica de Matías Capelli en Los Inrockuptibles da cuenta del día en que fue descubierta la presencia de Jorge Álvarez en la terraza de la editorial Mardulce (gracias a un señalamiento de Juan José Mendoza), en uno de los primeros pasos que se fueron dando hasta llegar a la muestra-homenaje que en estos días de abril finaliza en la Biblioteca Nacional. Capelli llama apropiadamente «El cazador oculto» (de talentos, se supone) a Jorge Álvarez pero ignora que ese «alguien del público» que llamó la atención sobre la presencia de Álvarez es quien escribe este mismo post. Con un poquito más de investigación, la historia hubiera salido redonda y, quizá, con menos frío (como en Alaska). El texto de Capelli puede leerse con un click acá. La otra crónica, en primera persona del rastreador oculto, se lee por aquí.
El periodismo en tiempos de guerra

Más de 70 años tuvo que esperar el artículo-manifiesto de Albert Camus sobre la libertad de prensa, escrito en Argelia en 1939 y censurado por el Estado colonial francés, antes de ser exhumado y publicado por Le Monde. El texto, que denuncia la desinformación en tiempos de guerra y delinea cuatro principios básicos para una deontología profesional para periodistas, entre sus párrafos más destacados dice:
«Lo que nos agradaría definir aquí son las condiciones y los medios a través de los cuales, en el seno mismo de la guerra y de sus servidumbres, la libertad puede ser no solo preservada sino también manifestada. Estos medios son cuatro: la lucidez, el rechazo, la ironía, la obstinación.
«La lucidez supone la resistencia a las invitaciones al odio y al culto de la fatalidad. En nuestra experiencia, lo cierto es que todo puede ser evitado. La guerra misma, que es un fenómeno humano, puede ser en todo momento evitada o detenida por medios humanos. Es suficiente con conocer la historia de los últimos años de la política europea para estar seguros de que toda guerra tiene causas evidentes.
«Esta visión clara de las cosas excluye el odio ciego y esa desesperanza que deja hacer («laissez faire»). Un periodista libre, en 1939, no se desespera, y lucha por lo que cree verdadero como si su acción pudiera influir en el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar la desesperanza. Todo eso está en su poder.
«Frente a la marea creciente de imbecilidad, es necesario igualmente oponer algunos rechazos. Todas los condicionamientos del mundo no harán que un espíritu limpio acepte ser deshonesto. Ahora bien, y aun conociendo poco del mecanismo de las informaciones, es fácil asegurarse la autenticidad de una noticia. Es a ello a lo que el periodista libre debe dedicar toda su atención. Si no puede decir todo lo que piensa, al menos puede no decir lo que no piensa o lo que cree falso. Un diario libre se mide tanto por lo que dice como por lo que no dice. Esa libertad completamente negativa es, de lejos, la mas importante de todas, si se la sabe mantener, dado que prepara el advenimiento de la verdadera libertad. En consecuencia, un diario independiente ofrece el origen de sus informaciones, ayuda al público a evaluarlas, repudia el abarrotamiento de los cerebros, suprime las invectivas, mitiga mediante comentarios la uniformización de las informaciones; en breve, sirve a la verdad en la medida humana de sus fuerzas. Esta medida, tan relativa como puede serlo, le permite al menos rechazar lo que ninguna fuerza en el mundo podría hacerle aceptar: servir a la mentira.
«Llegamos así a la ironía. Podemos decir que, en principio, un espírtitu que tiene el gusto y los medios de imponer la coacción es impermeable a la ironía. No vemos a Hitler, por tomar un ejemplo entre otros, utilizando la ironía socrática. Así es que la ironía se vuelve un arma sin precedentes contra los que son demasiado poderosos. Completa la negativa en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir con frecuencia la verdad. Un verdadero periodista libre, en 1939, no se hace demasiada ilusión sobre la inteligencia de aquellos que lo oprimen. Es pesimista ante la humanidad. Una verdad enunciada con un tono dogmático es censurada nueve veces sobre diez. La misma verdad dicha agradablemente no es censurada más que cinco veces sobre diez. Esta disposición describe de manera bastante exacta las posibilidades de la inteligencia humana… Un periodista, en 1939, es por lo tanto forzosamente irónico, aunque a menudo sea a riesgo de su propio cuerpo. Pero la verdad y la libertad son amantes poco exigentes dado que tienen pocos amantes.
«Es evidente que esta actitud del espíritu, brevemente definida, no podría sostenerse con eficacia sin un mínimo de obstinación. Hay suficientes obstáculos a la libertad de expresión… Debe convenirse que hay obstáculos desalentadores: la constancia en la tontería, la apatía organizada, la estupidez («inintelligence») agresiva, y detengámonos aquí. Allí está el gran obstáculo a vencer. La obstinación es una virtud cardinal. Por una paradoja curiosa pero evidente, se pone al servicio de la objetividad y de la tolerancia».
El artículo original completo puede leerse en Le manifeste censuré de Camus, Le Monde, 18 de marzo de 2012.
Una traducción bastante literal puede encontrarse en esta página de Roberto Igarza.
Y también puede leerse en Scribd por acá.
Izquierda, militancia y contracultura (*)
El miércoles pasado, cuando se inauguró la muestra «Pidamos peras a Jorge Alvarez», vimos reunidas aquí, en la sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional, a muchas personas cuyas militancias, convicciones e intervenciones en los años 60 y 70 eran antagónicas no sólo ante «el sistema» sino entre sí. En esos años hubiera sido impensable reunir a Ricardo Piglia, Miguel Grinberg, Rogelio García Luppo, León Gieco, María Moreno, Nito Mestre, en un espacio común, sin disenso ni discusión alguna, y mucho menos a los ausentes de presencia más sentida en este espacio, como Charlie García, David Viñas, Rodolfo Walsh o Pappo.
Yo pensaba, mientras Horacio González presentaba la muestra, algunas consignas que hubieran sido inverosímiles en aquellos años: «Hippies y militantes, unidos y adelante» o «Paz, amor y lucha armada«(**). Claro que las diferencias ideológicas, políticas, religiosas, las fronteras entre corrientes y movimientos tienden a borrarse, a fusionarse o verse como integrantes de un mismo mosaico cuando uno se aleja para observar desde una perspectiva más amplia, como les ocurrió a los primeros astronautas que vieron la Tierra desde el espacio, donde países, regiones y continentes tienden a perder sus contornos, o -en una experiencia más al alcance de todos- cuando miramos una ciudad, un país en una foto satelital o tomada desde cierta altura: miramos el delta del Paraná, por ejemplo, en un Google map, y según la escala podremos distinguir las casas, los arroyos, los canales y las zanjas que dividen una isla de otra pero si ampliamos y nos alejamos, todas esas divisiones desaparecen, los detalles se vuelven borrosos, la región entera se presenta a los ojos, según decía Sarmiento, como una «masa de verdura». Lo mismo que ocurre en el espacio ocurre en el tiempo: a medida que nos alejamos de los procesos históricos, etapas o momentos más conflictivos de una sociedad, lo que desde cerca parecía diferente o antagónico tiende a indiferenciarse, a confundirse en una unidad más abarcativa. Continuar leyendo «Izquierda, militancia y contracultura (*)»
Pop, beat, rock y narrativas de los 60
Revisitando los Sixties el jueves 22 de abril en la Biblioteca Nacional:
16 hs. | Cine, rock, juventud y contracultura
Marcelo Schapces, Aníbal Esmoris, Pipo Lernoud y Osvaldo Baigorria
Coordina: Carlos Gradin
18 hs. | Las memorias de Jorge Álvarez
Entrevista en vivo con el productor y editor Jorge Álvarez, por Ezequiel Grimson y Guillermo David
19:30 hs. | La nueva narrativa argentina de los años 60. El factor Álvarez
Germán García y Jorge Lafforgue
Coordina: Ariel Idez
Viernes 23 de marzo
16:30 hs. | De lo pop a lo beat. Encrucijadas de los 60
Oscar Steimberg y Miguel Grinberg
Coordina: Diego Cousido
18 hs. | La librería de la calle Talcahuano 485
Rogelio García Lupo, Ronald Shakespear y Horacio González
Coordina: Malena Rey
19.30 hs. | El legado de Jorge Álvarez
María Pia López, Guillermo David y Juan José Mendoza
Donación a la Biblioteca Nacional de fotografías de los 60: Colección Ronald Shakespear.
Muestra «Pidamos peras a Jorge Álvarez», curada por Guillermo David, del 15 de marzo al 30 de abril, sala Juan L. Ortiz, Biblioteca Nacional, Agüero 2502, CABA.
La barra de la Siberia en Barcelona
Poéticas de la ayahuasca
Un artículo sobre la disposición poética y barroca del rito de la ayahuasca según la perspectiva de Perlongher aparece en la revista Laboratorio de la Universidad Diego Portales de México. Su autor, Enrique Flores, del Instituto Filológico de la UNAM, revisa las relaciones entre chamanes y travestis, las poéticas del trance y las tensiones entre la fuerza y la forma, el cuerpo y la expresión, lo apolíneo y lo dionisíaco que llevarían al sujeto/poeta del rito chamánico al éxtasis, al desapego o desasimiento de los místicos y a la aniquilación del yo. Se titula «Chamanismo y neobarroso: poética de la ayahuasca» y en su introducción dice: Continuar leyendo «Poéticas de la ayahuasca»
En torno al prefijo trans
Cuando Marta Dillon me pidió que escribiera un texto sobre «lo trans» en relación a la trashumancia para un número especial de la revista Gazpacho del Centro Cultural de España en Buenos Aires, recordé que hace unos años, en una mesa redonda a la que fui invitado por el Área de Tecnologías del Género del Centro Cultural Ricardo Rojas, escuché por primera vez, asociada a la identidad trans, la palabra transumante (la escuché sin h). Como esta palabra no existe en castellano, pero su necesidad reaparece, no quise discutirla en aquel momento porque me hubiera llevado a pensar en voz alta, demasiado rápido y ante público, más allá de los límites que la lengua impone sobre el habla. Ya me lo había advertido el corrector de mi libro Anarquismo trashumante. Crónicas de crotos y linyeras: la Real Academia sólo admite que algunas palabras con el prefijo trans (“a través”, “al otro lado”) puedan escribirse en la forma tras. Puede haber trans o trasgresión, trans o traslación, pero sería inadmisible sacar la ene de transformar o ponerla en trasfondo, trasnoche o trascartón. En portugués sí existe transumânte, con acento circunflejo en la â, y en gallego también: se escribe con ene y sin hache.
Ahora bien: Continuar leyendo «En torno al prefijo trans»
Un regalito errorista para navidad
El gobierno de la República Argentina nos hizo el mejor regalito sorpresa de navidad a pedido del Financial Action Task Force (literal: grupo de tareas de acción financiera… contra el lavado de dinero y el terrorismo internacional): sancionada por la mayoría de diputados y senadores que la mayoría de los argentinos votamos, una nueva ley reintrodujo ayer como delito el ambiguo concepto que fue utilizado por los nazis para etiquetar a las resistencias europeas en la Segunda Guerra Mundial, por el colonialismo inglés para condenar a los guerrilleros israelíes de fin de los 40, por las dictaduras latinoamericanas para eliminar la disidencia armada o no armada, violenta o no violenta de los años 60-80 y por el establishment militar-finaciero global para combatir hoy a todos los enemigos del imperio. No acostumbro comentar en estas páginas sobre cuestiones de coyuntura política, pero esta no la puedo dejar pasar: los funcionarios y legisladores argentinos que defienden la ley parecen voceros de Lanusse, de Onganía, de Troccoli o de Bush, salvando las distancias y con perdón si alguien se ofende. ¿Ya se olvidaron que «terroristas » también fueron los desparecidos de su misma generación? En fin, que en otro tiempo a esto se le llamaría una bajada de pantalones o de bombacha para tener «relaciones carnales», un chiste de la internacional errorista o un verdadero regalo de (t)error.

