El ensayo de Néstor Perlongher de 1983 que hace unos días publicó en forma digital Golosina Caníbal recuerda la polémica acerca de la guerra y el exilio con el grupo editor de la revista Sitio, evoca un «lugar de resistencia al Estado, al fascismo, al machismo» -como dice la edición del blog- al tiempo que despliega una hermosa escritura hasta ahora sólo ubicable en papel impreso. De paso, el link a uno de los textos de respuesta de Ramón Alcalde.
Estábamos lejos de las remotas. ¡Y en compota! La penitencia de esa distancia (acaso, impenitente) nos ha estragado la escucha de esos glaciales ululares, derretidos, en esta calidez, reducidos a lo (sub)literario. Desde donde parecía más nítido cuán hondo los repliegues, los bordes de los fiordos (y aquí la mano lamborghiana: «La de dibujo era la mejor») habían calado en la imaginación de los educandos. Nefandos, idus. Así, la inspectora de primaria, cuando arrebujada en sus tapados de piel de nutria, o foca, bajara del coche, vería resplandecer (ecos del himno sarmientino: «La niñez tu ilusión y tu contento…») el mapa de un patriotismo infanto-juvenil, acneico («Y en tu pecho, la juventud de amor un templo…»).
El tapado de piel de la inspectora les hubiera venido bien a los reclutas (sedentarios en un desierto del que no se deserta). Empero —obsesión de la buena letra-habrá de preferirse revestirlos de endechas (algunas a medio hacer, otras ya hechas).
Se discute, se va a las manos, por la posesión de unos desiertos (de los que al parecer no puede desertarse). Se despierta, en el desierto, el vate: legañoso, ilusiónase: «La guerra —imaginábamos— forzosamente nos dejaría en relaciones sociales nuevas (por momentos, las suponíamos triunfantes e inaugurales)».
La identidad de este «nosotros» —ya que no del borgiano— es clara: es la de los firmantes del unitario Entredicho: Alcalde, Grisafi, Grüner, Gusmán, Jinkis, Savino.
El Entredicho se eleva fugazmente al didactismo, cuando revela que el Estado Argentino —»espectador neutral»— no ha conocido, en este siglo, guerras. Debe referirse, pensamos, a las guerras «limpias» (libradas, según las reglas de las artes marciales, entre Estados Soberanos). Continuar leyendo «La ilusión de unas islas»