
Santiago Villanueva y Nicolás Cuello seleccionaron una serie de mis dibujos realizados entre 1974 y 2020 para armar este libro de 110 páginas. En la contratapa, escribieron: «Si parte del proyecto de experimentación política y sensorial que Osvaldo Baigorria llevó adelante a partir de la década de los 70 lo impulsó a desarrollar una mirada desde el suelo de la conciencia, que buscó poner en el centro de la vida la vuelta a la tierra, la construcción de modos de vida comunitarios y el ejercicio de la libertad como una forma de ruptura y abandono sobre lo normal, la prolífica serie de dibujos reunidos en este libro también puede ser pensada como una otra forma de abandono, otra modulación sensible del drop out desde la cual acceder a la escucha de ese tan ansiado presente total. Un modo de materializar, a través de la experimentalidad de grafismos autómatas, la posibilidad de que el cuerpo estuviera delante del signo, de las palabras, del sentido. Un ejercicio de vibración sensorial, meditativa, similar al baile que, según él, le permitiría alcanzar el alivio de ‘vaciar la mochila de peso innecesario’, es decir, ingresar a una forma de presencia sin cabeza.»



Cada tanto, dibujo. No recuerdo el momento en el que me puse a dibujar este que se ve aquí, en algún lugar de la década del 80. Supongo que fue en uno de esos ratos en los que tenía ninguna otra cosa que hacer: ocio pleno. Jamás dibujé con intención de mostrar, dejé todo en carpetas y blocs u hojas sueltas… hasta que en los últimos dos años empecé a mostrárselos a gente amiga, tímidamente, como para descubrir si tenían algún valor. Así fue como llegué a Santiago Villanueva, que me propuso exhibirlas por un día en 
