Mi libro Según en el XLV Congreso del IILI (Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana), expuesto y analizado en la mesa «Archivos literarios y saberes imaginarios» coordinada por Julio Premat el 16/07/25 (foto cortesía de Lucía Cytryn, enviada vía Mónica Swarinsky).
Eduardo Irujo comenta Segúnen Papel en blanco. Dice: «Ordenar una biblioteca. Abrir cajas de libros en la enésima, pero posiblemente la última, mudanza. Osvaldo Baigorria (Buenos Aires, 1948) consigue introducirnos en su universo lector tomando una decisión radical. Según ordena sus libros por orden alfabético, sus dedos, sus ojos, se demoran en marcas y subrayados de los libros. Emprende una aventura borgeana, hablar de autores y autoras a través de un libro, una cita, un recuerdo. Así se construye Según. Una autobibliografía, publicado por la excelsa Caja Negra en 2023. Del autor ya habíamos leído hace unos años la memorable Sobre Sánchez (Varasek, 2017; Mansalva, 2012 y 2018), una biografía atípica de un vagabundo literario.
«Definir a Osvaldo Baigorria (Buenos Aires, 1948) es, de algún modo, ir en contra de su propia obra» escribe Mercedes Halfon para la revista Coolt. Sigue: «Es cierto que en las últimas décadas parece haberse instalado con comodidad en la literatura: entre ensayo, narrativa y poesía, lleva publicados 15 libros; y el año pasado dio el discurso inaugural del FILBA. Baigorria es, a esta altura, uno de los grandes escritores argentinos, pero el título parece quedarle no del todo cómodo, porque su recorrido vital ha sido más amplio y diverso e incluye muchos otros oficios: fue artesano en cuero y en metal, trabajador golondrina en diversas plantaciones, miembro fundador de una comunidad rural en los bosques de las Montañas Rocosas donde vivió por ocho años, bombero forestal, repartidor de diarios, cuidador de personas parapléjicas, profesor de inglés o español, según correspondiera; además de algunos trabajos más tradicionalmente vinculados a la escritura, como el periodismo o la docencia universitaria. Y Baigorria fue, sobre todo, un nómade que vivió gran parte de su juventud fuera de Argentina, trazando diversas rutas que, como líneas de colores furiosos, rayan la superficie terrestre: entre 1974 y 1993 vivió en Perú, Costa Rica, México, Estados Unidos, Canadá, España e Italia. En su retorno definitivo al país, se instaló en el Delta del Tigre, un paisaje bello y pantanoso, desde el que iba y venía a la gran ciudad. Y donde, imaginamos, empezó a escribir con más frecuencia.
Fabián Casas y Marina Mariasch me entrevistaron para su programa La Inquietud en el Centro Cultural Kirchner hace un par de meses y el podcast sale por Spotify justo en estos días de un noviembre inquieto por todo lo que se juega en las elecciones para presidente de Argentina. Hablamos de Según, entre otros libros, y se escucha siguiendo este enlace: https://open.spotify.com/episode/65yDCFjd69GLBwq7GBjnTE
Una entrevista para Clarín que me hizo Pablo Díaz Marengui por Zoom empieza así: “Esperame un segundo”, dice Osvaldo Baigorria. El periodista, escritor y docente, del otro lado del Zoom, se aleja de la cámara dejando en primer plano una silla vacía. Vuelve con un libro en la mano. “Encontré la referencia exacta: «Claroscuro del subibaja», publicado en Gregorio, suplemento de humor de la revista Leoplán, 1964”. Se refiere a una frase de Rodolfo Walsh incluida en Según (Caja Negra), su último libro.
«Compuesto de citas ordenadas alfabéticamente, estas dialogan entre sí y puede que aparente ser una suerte de memoria lectora. Pero, en realidad, esconde una narración. Así Mark Vonnegut dialoga con su padre, el célebre escritor de ciencia ficción Kurt Vonnegut. Olga Orozco se hilvana con Juan L. Ortiz definiendo a la poesía y Walter Benjamin se entrelaza, décadas después, con Bifo Berardi gracias a la magia de este dispositivo textual.
Así me retrata Demian Orosz en el suplemento Número Cero del diario La Voz. Escribe:
«Leer es una manera de escuchar voces, de hablar con los muertos y los vivos, un modo interactivo de darse compañía. En una biblioteca se podrían perseguir esas conversaciones que alguien mantuvo o sostiene. ¿Con quiénes hablamos, con qué palabras nos alimentamos?
«Osvaldo Baigorria se puso en el rol de fisgón de su propia biblioteca, procuró dejarse sorprender y escribió (es una manera de decir) un experimento literario llamado Según. Se trata de una colección de citas tomadas de sus libros, frases subrayadas o halladas en las páginas con los vértices doblados en una orejita que indica que allí se encontró algo, se despertó una inquietud, se levantó la vista para rumiar lo leído.
«No hay viajes, no hay rutas, no hay calles ni vagabundeos», escribe Diego de Angelis en la Ñ. «Es otro el trance que presenta esta vez Osvaldo Baigorria en Según… Lo que propone es más bien un desvío –o una ligera “perversión”– respecto de una obra marcada a fuego por una experiencia trashumante. Es siempre una historia digna de ser narrada: la vida de un lector. Un lector que podría ser cualquiera, porque mantiene con lo que lee –y, sobre todo, con lo que ha leído– una relación estrecha signada por el deseo. Un deseo, al menos como posibilidad, que supone un desplazamiento, un pase de manos: el que va de leer a escribir.
Una reseña de Según en El Diletante dice que este libro puede leerse como «la autobiografía astillada de un lector en constante tensión con la escritura». Escribe Fernando Núñez: «Presentado como una “autobibliografía”, Según, de Osvaldo Baigorria, asume la forma de una colección de citas. Por ello, estamos ante un texto que hace del lector un héroe silencioso. Se trata, claro, de una figura legendaria en la literatura argentina desde sus orígenes hasta el presente. Pensemos en la exhibición de lecturas de Sarmiento y Mansilla en el fundacional siglo XIX. O, más cercano a nuestros días, El Último lector de Piglia y los Subrayados de María Moreno. Y, por supuesto, Borges, que hizo de la lectura una ética y una estética de la escritura. Así, pese a su disposición formal fragmentaria, nos encontramos ante un libro que se inscribe en una de las tradiciones mayores de nuestra literatura.
«Creo que leí todos sus libros, o casi todos, un “casi” dudoso por tal vez innecesario. Y como me gusta leer las obras longitudinalmente (lo que no quiere decir, linealmente), acaso transversalmente, lo primero que se me impone es la tentación de hacer un “según Baigorria” a través de sus libros, que sería menos una enciclopedia Baigorria que un catálogo de caprichos (suyos pero sobre todo míos, como autor de ese “Según”). Según Baigorria.